"Respecto a quién, cuando los acusadores se levantaron, no acusaron de las maldades que yo suponía, sino que tenían ciertas preguntas contra él de su propia religión, y de un Jesús, que estaba muerto, a quien Pablo afirmó que estaba vivo".

Y fue entonces cuando su dilema había comenzado, porque en lugar de acusar al hombre de delitos reconocibles y fechorías del tipo que esperaba, lo habían acusado de lo que consideraban delitos menores religiosos. Todo había sido sobre 'no observar la ley de Moisés' y 'violar el templo' (aunque los testigos no habían probado ningún ejemplo específico) y sobre un hombre llamado Jesús, de quien los judíos estaban seguros de que estaba muerto, mientras que Pablo afirmó que estaba vivo. Todo fue muy extraño.

"Y de un Jesús, que estaba muerto, a quien Pablo afirmó que estaba vivo". Es probable que no se hubiera dado cuenta del significado de esto, es decir, que indicaba que estaba vivo porque había resucitado de entre los muertos y había ascendido al cielo. (El testimonio de Pablo aclararía esto). Pero fue al meollo del asunto. Porque fue Su resurrección y entronización lo que declaró Quién era Él y demostró Su capacidad para obrar eficazmente en la salvación de hombres y mujeres.

Demostró su derecho a gobernar y a llamar a los hombres ahora para que se sometieran a la regla real de Dios, es decir, que se sometieran a su gobierno. Y demostró que tenía el poder de dar vida, proporcionar a los hombres su Espíritu Santo y perdonar sus pecados.

Pablo estaba dispuesto a vivir y morir por esto. Era esto lo que temía el Sumo Sacerdote y sus compinches. Porque si era verdad, entonces habían provocado la crucifixión del Hijo de Dios, del Mesías de Israel, y habían resultado infieles a Dios, y aun ahora se oponían a Su voluntad. Si era cierto, entonces no tenían derecho a estar donde estaban, porque significaba que estaban en oposición a todo lo que se suponía que debían representar ...

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