' Y Micaía dijo: ‘Ahora sé que Jehová me hará bien, pues que el levita para que sea mi sacerdote.’ '

Micah ahora estaba aún más satisfecho con su casa de Dios. Estaba seguro de que Yahweh lo bendeciría ahora porque tenía un levita genuino, uno apartado como de Yahweh, como su sacerdote. Era una mezcla de piedad y opinión de sí mismo, pero su idea básica era egoísta, hacerse próspero.

Miqueas se presenta como alguien que quiere agradar a Dios, posiblemente por motivos mundanos, pero no se preocupa lo suficiente como para visitar el santuario central para saber cómo hacerlo. Quería comodidad y prestigio. No había abandonado a Yahvé por el baalismo, pero no quería involucrarse demasiado con el santuario central, y estaba preparado para introducir ideas idólatras que al final distorsionarían la religión pura de Yahvé. El escritor lo ve como una ilustración de lo que andaba mal con Israel en su caída.

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