" Entonces Yahvé dejó a aquellas naciones, sin expulsarlas rápidamente, ni las entregó en manos de Josué".

Aquí el escritor aclara la verdad. Yahweh había sabido todo el tiempo que su pueblo sería infiel, porque incluso en los días de Josué cuando el pueblo le era relativamente fiel, no había actuado completamente para expulsar a las naciones con toda rapidez. Esto fue para que fueran una prueba para su pueblo de su fidelidad, una prueba en la que habían fallado miserablemente. Había sido soberano sobre los asuntos desde el principio.

Y, sin embargo, por otro lado, parte de la razón por la que no fueron expulsados, como Él ha dejado en claro, fue porque Su pueblo se negó a expulsarlos. Lo habían hecho al principio, pero luego se relajaron. Y a medida que pasaba el tiempo, incluso habían hecho tratos con ellos, convirtiéndose en sus capataces, recibiendo tributos de ellos, socializando con ellos, aprendiendo sus costumbres sofisticadas, cuando todo el tiempo deberían haber estado concentrados en expulsarlos.

Por lo tanto, habían contribuido a sus propias pruebas. Este reconocimiento del hecho de que el fracaso del hombre estaba dentro de la soberanía de Yahweh es una característica de los profetas históricos desde Josué hasta Reyes, porque todo estaba dentro de Su soberanía.

También es una imagen de la vida cristiana en la que los cristianos se comprometen una y otra vez con el pecado y la mundanalidad en lugar de expulsarlos y luego preguntarse por qué están hasta que los atrapan.

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