Pero tú eres el que me sacó del vientre. Me hiciste confiar cuando estaba sobre los pechos de mi madre. Yo fui echado sobre ti desde el útero. Tú eres mi Dios desde que mi madre me dio a luz.

Sin embargo, en todo él no podía olvidar que era Dios quien lo había sacado del vientre. Dios le había enseñado a confiar incluso cuando fue amamantado por su madre. Dios también lo había amamantado. Desde el útero había confiado en él. Entonces, ¿cómo podría fallarle ahora?

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