Estos versículos, que describen el Templo no solo como profanado sino que en realidad fue quemado, parecen ser una adición tardía de un período del cual no tenemos información exacta.

Las ciudades de tierra santa se han convertido en un desierto, Jerusalén en una maldición (LXX y latín). El Templo, que ha existido lo suficiente como para haber cambiado su sencillez por un adorno y ser santificado por la memoria, está quemado. Todo aquello de lo que la gente se deleitaba está arruinado. ¿Puede Yahvé abstenerse de actuar a favor de su pueblo?

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