10. Las ciudades de tu santidad. La Iglesia vuelve a contar sus miserias, para que pueda llevar a Dios a la misericordia y obtener el perdón. Ella dice que las ciudades se han reducido a "un desierto"; y, en aras de la amplificación, agrega que "Sion es un desierto"; porque era la residencia real, en la que Dios deseaba que los hombres lo llamaran. Ella agrega también Jerusalén, en la que estaba Sion; porque parecía vergonzoso que una ciudad, que Dios se había consagrado a sí mismo, fuera arruinada y destruida por los enemigos.

Ella los llama "ciudades de santidad" porque, como el Señor había santificado a un pueblo, también deseaba que las ciudades, e incluso todo el país, se consagraran a sí mismo. Al ver, por lo tanto, que las ciudades estaban dedicadas a Dios, son justamente llamadas "ciudades de su santidad"; porque en ellos reinó Dios, y los hombres lo invocaron. De la misma manera, en la actualidad podemos dar la denominación de "ciudades de la santidad de Dios" a aquellos que, dejando de lado las supersticiones, lo adoran de manera sincera y correcta.

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