9. No te enfades, oh Jehová, sin medida. (193) La gente reza para que la severidad del castigo y la ferocidad de la ira de Dios se reduzca; no es que Dios vaya más allá de la medida, sino porque estarían totalmente abrumados, si él decidiera actuar hacia ellos con la mayor rigurosidad de la justicia. Por lo tanto, piden una mitigación del castigo; como Jeremías también dice: “Castígame, Señor, pero en juicio” (Jeremias 10:24), es decir, moderadamente; porque él hace un contraste entre "juicio" y "ira"; como se dice en otra parte que Dios nos castiga "por la mano del hombre" (2 Samuel 7:14) porque no ejerce el poder de su mano para castigarnos, para que no seamos completamente destruidos.

Tampoco recuerdes la iniquidad para siempre. Merece la pena notar que no se apartan absolutamente del juicio de Dios, o rezan para que puedan escapar por completo de él, sino que se presenten para ser corregidos, a fin de no desmayarse bajo los golpes. Y esta es la razón por la que desean que se borren los recuerdos de sus iniquidades; porque si Dios no los perdona misericordiosamente, no habrá fin de los castigos.

Todos somos tu pueblo. El Profeta repite lo que dijo un poco antes, que Dios eligió a la familia de Abraham; porque la mejor base para la expectativa confiada de obtener el perdón era que Dios, que es fiel a sus promesas, no puede alejar a los que alguna vez eligió. Al emplear la palabra todos, él no habla de cada individuo, como lo comenté anteriormente, sino que incluye todo el cuerpo de la Iglesia. Aunque la mayor parte se había retirado a través de una revuelta perversa, aun así era cierto que los judíos eran el pueblo peculiar de Dios; y esta oración fue ofrecida, no por cada uno de ellos sin distinción, sino solo por los hijos de Dios que aún quedaban. (194) La gente no defiende sus propios méritos ante Dios, sino que se adhieren al pacto de la gracia libre, por el cual fueron adoptados. Este es el único y seguro refugio de los creyentes, este es el remedio para todos los males; y esa es la razón por la cual Moisés y los otros profetas lo repiten con tanta frecuencia. (Éxodo 32:13.)

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