Génesis 21:15

En este pozo escondido, que la oración de Ismael descubrió, se encuentran muchas lecciones verdaderas, si tan solo tuviéramos el tipo de cántaro adecuado para mojar y sacar.

I. ¿Cómo llegó el pozo a estar ahí, justo donde y cuando se quería? Los pastores árabes que lo excavaron nunca lo pensaron para los viajeros errantes, sino para sus propios rebaños. Dios guió los pasos de Agar hacia ella. La vida está llena de pozos escondidos, de bendiciones acumuladas, listas en el momento oportuno para dar respuesta a la oración. Dios prevé tanto nuestras oraciones como nuestras necesidades.

II. Nuestro estímulo para orar no es nuestra propia bondad, sino la de Dios. No pedimos el nombre de Abraham, ni de ningún padre o amigo terrenal, sino el nombre de Jesús, el amado Hijo de Dios.

III. Aprenda de esta historia a no pensar en pequeñas cosas sin importancia, y a no tener miedo de orar a Dios tanto por las pequeñas como por las grandes. Hay dos razones que prueban que Dios no desdeña atender a las pequeñas cosas: (1) Ha hecho muchas más pequeñas cosas que grandes, y ha hecho que las grandes cosas dependan de las pequeñas; (2) Dios es tan grande, que la diferencia entre lo que llamamos grande y pequeño es para Él como nada; y Él es tan sabio, que nada, ni un pensamiento ni un átomo, es lo suficientemente pequeño como para escapar de Su ojo.

IV. La oración misma es un pozo escondido; una fuente secreta de fortaleza, gozo y sabiduría, no solo en tiempos de angustia, sino siempre. No esperes a que los problemas te lleven a la oración, sino di, como el salmista: "Dios mío, tú eres mi Dios, temprano te buscaré".

ER Conder, Children's Sermons, "Gotas y rocas", pág. 25.

Referencia: Génesis 21:16 . Spurgeon, Sermons, vol. xvii., No. 974.

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