Juan 7:17

El principio general afirmado en el texto es que existe una conexión inalterable entre las percepciones de la mente y el estado moral del corazón entre la comprensión de la verdad y la práctica de la piedad. En otras palabras, esa inteligencia espiritual crece a medida que crece la competencia en la práctica espiritual; y que, en igualdad de condiciones, es más, incluso en circunstancias de la disparidad intelectual más desfavorable, el hombre tendrá la percepción más clara, completa, rica y profunda de las cosas divinas, cuya voluntad está más obediente y profundamente modelada según la voluntad de Dios. . El texto es bueno:

I. Porque una vida de verdadera obediencia a los preceptos divinos es sumamente favorable para el funcionamiento de las facultades pensantes y sensibles, en las que el conocimiento de Dios llega al alma y a través de ellas. La religión, debemos recordar, se dirige a toda la naturaleza del hombre, es decir, a todas las partes de su ser intelectual, moral y espiritual. Ningún hombre podría conocer la doctrina, cuya vida entera se opuso conscientemente a la voluntad de Dios, porque ha decidido no conocerla; ha levantado tantos obstáculos como ha podido en el camino de conocerlo; usó su razón, en la medida en que la ha usado, para sostener una conclusión falsa y predestinada; sacando sus propios ojos, para que pueda estar en posición de decir: "No puedo ver".

II. Pero el principio de nuestro texto va mucho más allá. No sólo una vida opuesta a la voluntad de Dios suscitará influencias desfavorables para la recepción de la verdad divina, sino que una vida que esté de acuerdo con esa voluntad, o que trate de ser conforme a ella, será bendecida con una medida peculiar y especial. del conocimiento religioso un entendimiento escondido de los sabios y prudentes de las cosas profundas de Dios.

La obediencia fortalece el amor y el amor induce la semejanza, y la semejanza es lo que conduce al conocimiento más perfecto; es más, es el mismo medio por el cual, en nuestro estado glorificado, debemos tener una verdadera visión de Dios. Los pasos o procesos del conocimiento son ininterrumpidos; pasamos de luz en luz, de gloria en gloria; de comprender con todos los santos cuál es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, a un estado en el que, con la fuerte mirada de águila de nuestras facultades de resurrección, vemos a Dios cara a cara.

D. Moore, Penny Pulpit, No. 3412.

Referencias: Juan 7:17 . JN Norton, Todos los domingos, pág. 150; G. Brooks, Quinientos bosquejos de sermones, pág. 399; Púlpito de la Iglesia de Inglaterra, vol. viii., pág. 187; AW Hare, The Alton Sermons, pág. 42; W. Thomson, Christian World Pulpit, vol. iv., pág. 193; SG Matthews, Ibíd., Vol. xxiv., pág.

37; G. Dawson, Sermones sobre puntos en disputa, pág. 249; FW Robertson, Sermones, segunda serie, pág. 94; H. Melville, Penny Pulpit, núm. 2992; J. Clifford, The Dawn of Manhood, pág. 83. Jn 7: 19-35. HW Beecher, Plymouth Pulpit Sermons, quinta serie, pág. 417.

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