Lucas 12:19

Los privilegios de la juventud.

I. El espíritu de jactancia contenido en el texto no es más común en ningún lugar que en el corazón de los jóvenes. Se dicen a sí mismos, tanto como las personas de cualquier edad: "Alma, tienes muchos bienes guardados para muchos años". Si lo pensamos un poco veremos cuáles son estos bienes. (1) Está el gran bien del tiempo. Un joven piensa que tiene esto en abundancia. (2) Otro bien, del que los jóvenes no se sienten menos seguros, es la salud y la fuerza.

(3) Perteneciente a estos dos sentimientos, y sin embargo de alguna manera distinguirse de ellos, está el sentido de tener amplia libertad; con lo cual, quiero decir, que nuestro tiempo de gran responsabilidad aún no ha llegado; que hay, y debería haber, una gran concesión por lo que hacemos; para que podamos, en suma, darnos las riendas a nosotros mismos, nuestras fantasías y nuestras inclinaciones, porque todavía no somos lo bastante mayores para ser serios.

II. Si el hombre rico de la parábola, mientras sus riquezas fluían sobre él en gran medida, hubiera deseado y resuelto ser también rico para con Dios, ¿cuál habría sido entonces el lenguaje de su alma? O si alguno de ustedes, tan rico en las cosas buenas de la juventud, también resolviera con la gracia de Dios ser rico para con Dios, ¿cuál sería su lenguaje, el lenguaje de sus corazones, ya sea que se plasme en palabras o no? Sería un idioma que los hombres mayores, casi diría, escucharían con envidia.

Pero, hablando con más verdad, no es un espectáculo para la envidia, sino para el más profundo gozo y agradecimiento, gozo tanto de hombres como de ángeles. Sentimos el encanto de la juventud de forma natural, no puede sino despertar nuestro interés incluso en sí mismo; pero cuando este interés natural es sancionado por nuestra razón más sobria, cuando la juventud natural asume, por así decirlo, la belleza de la primavera de un año eterno y celestial, entonces nos llena de la alegría más profunda; y esta obra del Espíritu de Dios, mucho más que todas esas obras naturales de la creación, es, en verdad, muy buena. No hay vista más hermosa, ni más bendita sobre esta tierra que la de un joven rico para con Dios.

T. Arnold, Sermons, vol. v., pág. 75.

Referencias: Lucas 12:20 . Preacher's Monthly, vol. VIP. 357; Revista del clérigo, vol. iii., pág. 94; E. Blencowe, Sermones a una congregación rural, vol. i., pág. 328.

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