Proverbios 17:22

I. Considere el poder que la mente puede ejercer en apoyo del cuerpo, siempre que ella misma esté en buenas condiciones. Si es cierto que el espíritu del hombre tiene un poder medicinal, que hay una fuerza en su naturaleza que lo dota de tal control sobre el cuerpo que puede entregarlo a las peores torturas y, sin embargo, no traicionar el miedo, entonces Debe ser bastante inútil para argumentar que no posee ningún poder por el cual mantener a raya las pasiones, y para tomar una posición audaz contra los antojos de la injusticia.

No queremos mejor argumento para demostrarle al hombre que hay una fuerza en su naturaleza para ofrecer resistencia al mal, una fuerza por la que dará cuenta en el juicio, que la que obtenemos del hecho de que hay una fuerza. para sostener enfermedades.

II. Considere cómo, si la mente misma está desordenada, quebrantará el cuerpo "Un espíritu quebrantado seca los huesos". Consideramos que la declaración de Salomón es que, aunque hay una fuerza en el hombre a través de la cual puede soportar la presión física, comparativamente no hay ninguna para el sostenimiento de la mente. Admitiremos que, bajo ciertas limitaciones, los hombres pueden soportar tanto el dolor mental como el corporal. Es un buen argumento a favor de la inmortalidad del alma, de la certeza de que se eleva por encima del naufragio de la materia, que, por mucho que la asalte el dolor, mientras el dolor no esté relacionado con su destino eterno, nunca falla, así que hablar, como pasar más allá de la esperanza de recuperación.

Creemos que un espíritu verdaderamente quebrantado es aquel que está herido por un sentimiento de pecado, y si este es un espíritu quebrantado, cuán cierto es que "un espíritu quebrantado seca los huesos". Sin embargo, aunque un hombre se haya visto obligado a decir con Job: "Las flechas del Todopoderoso están dentro de mí, el veneno del cual bebe mi espíritu; los terrores de Dios se ponen en orden contra mí", él habrá pasado rápidamente. al ver a Jesús morir, "el justo por los injustos", al ver en Él la propiciación por el pecado, y el "Abogado para con el Padre".

H. Melvill, Penny Pulpit, No. 1896.

Referencias: Proverbios 17:22 . S. Cox, An Expositor's Notebook, pág. 161; H. Melvill, Voces del año, vol. ii., pág. 321. Proverbios 17:26 . JH Hitchens, Christian World Pulpit, vol. xx., pág. 219.

Proverbios 18:1 . R. Wardlaw, Conferencias sobre Proverbios, vol. ii., pág. 169. Proverbios 18:9 . Ibíd., Pág. 180.

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