Salmo 103:13

I. No hay evidencia que pueda derivarse de la existencia de piedad en ninguna Deidad dominante en la medida en que las leyes de la naturaleza revelen el carácter Divino. A medida que nos elevamos de los animales organizados inferiores a los superiores, comienza a haber una manifestación de afecto muy distinta. Entre los hombres, el sentimiento de lástima se revela primero de una manera muy clara. Estamos dispuestos a creer que la analogía de esta línea de desarrollo continúa, y que en los ángeles es tan superior a lo que es en los hombres más altos como en los hombres más altos es superior a lo que es en los más bajos; y estamos dispuestos a creer que por encima de los ángeles y de todos los seres celestiales, en Dios mismo, adquiere una grandeza y dignidad, absolutamente inconcebibles para los hombres y acordes con la infinitud de la propia naturaleza de Dios.

II. Si miramos a la sociedad humana como una organización, encontraremos que no sirve adecuadamente como un análogo de la naturaleza Divina. Como gobernante, el hombre no puede tener piedad. El gobierno no tenía el propósito de restaurar. Estaba destinado a ser una institución penal restrictiva y orientadora.

III. Por encima de todos los demás lugares, es en la familia y en el corazón individual donde encontramos la plena revelación de la compasión, o un estado de simpatía y ayuda ante el sufrimiento de otro. Si uno quiere obtener las ideas más claras sobre el alcance y la naturaleza de la lástima, debe estudiarla en familia. Allí vemos: (1) que el amor inflige dolor. (2) Cuando el sufrimiento es infligido por un padre sabio y amoroso, el objeto del mismo no es vengar un daño hecho al padre. (3) La lástima es coherente con la pena.

En vista de estas declaraciones, observo: ( a ) La compasión de parte de Dios no impedirá que se imponga castigo a los transgresores. ( b ) Aquellos que están sufriendo las justas consecuencias de sus pecados no están por eso excluidos de la piedad de Dios. ( c ) Todos los que se esfuerzan por vivir correctamente en este mundo, aunque están lejos de tener éxito, pueden consolarse con la idea de que hay más que simpatizan con ellos de los que saben o sueñan.

HW Beecher, Sermones, tercera serie, pág. 326.

Referencias: Salmo 103:13 ; Salmo 103:14 . Spurgeon, Sermons, vol. xvi., núm. 941. Salmo 103:15 . Preacher's Monthly, vol. i., pág. 185.

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