Salmo 90:11

I. Cuando considero las dificultades que se encuentran en el camino de nuestra medición de la ira de Dios, concluyo que es principalmente Su bondad constante y ordenada la que ha hecho desaparecer Su disgusto. Por lo que uno puede ver en la disposición actual del mundo, es la manera de Dios retirar en su mayor parte de nuestra vista los rasgos más severos de Su carácter, mientras que Él presenta y enfatiza en todas partes Su bondad llena de gracia y fecundidad.

(1) El mero poder o fuerza de Dios está en sí mismo más bien oculto que impuesto sobre nosotros. Se esconde detrás del orden dentro del cual Él se complace en ejercerlo. (2) La medida en que la fuerza de Dios podría llegar a estar al servicio de su ira y ser usada por él para destruir, está aún más velada de nosotros por la beneficencia uniforme de su creación. Solo ocasionalmente la naturaleza sugiere ira.

Todos sus arreglos deliberados están inspirados en la bondad. (3) La experiencia que hemos tenido de Dios en nuestras propias vidas tiene el mismo efecto; nuestros días amargos contamos con nuestros dedos, nuestros más felices por años. El juicio es la obra extraña de Dios; pero sus tiernas misericordias están sobre todas sus obras.

II. ¿Con qué línea llegaremos a sondear la severidad desconocida de Jehová? Viendo que Dios tiene la intención de que Su ira latente permanezca aún oculta de nosotros y Él mismo se ha esforzado por ocultarla, ¿por qué medios la buscaremos? El autor de este Salmo pone en nuestras manos un estándar de comparación que, aunque insuficiente, es al menos aproximado. La ira de Dios, dice, es "conforme a su temor"; a Su temor, es decir, a Su aptitud para inspirar en el pecho de los hombres un pavor terrible y sagrado.

Cualquier cosa que sugiera a nuestras mentes la enorme fuerza de Dios frente a nuestra debilidad, sugiere cuán terrible puede ser Su ira si así lo desea. (1) Las almas susceptibles a veces se encuentran en condiciones favorables forzadas a temer por la mera inmensidad, el misterio o la soledad de las obras materiales de Dios. Según este temor de Él, así es Su ira. (2) La mayoría de los hombres son demasiado poco imaginativos o demasiado estúpidos para ser conmovidos por la mera sublimidad de la creación cotidiana de Dios.

Necesitan estallidos ocasionales de violencia inusitada para aguijonear sus corazones y temerle. En sus corazones cobardes, el terror sugiere juicio; y según su temor, así es para ellos su ira. (3) Para estimar la capacidad de ira en el Todopoderoso, necesitamos saber más que Su fuerza, más que Su terrible materialidad. Un acontecimiento de la historia expresa plenamente la terrible moral de Dios.

La Pasión de Jesucristo es la corona de todas las cosas terribles y la medida suprema no solo de la misericordia de Dios, sino también de la severidad de Dios. Según Su temor, así es Su ira.

J. Oswald Dykes, Sermones, pág. 205.

Referencia: Salmo 90:11 . H. Melvill, Penny Pulpit, No. 2593.

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