Salmo 94:9

Sabemos qué es el ojo y el oído del hombre, qué es tener el ojo o el oído de un amigo cerca de nosotros, o el ojo y el oído de un maestro que nos cuida. ¡Qué diferencia hace a la vez en todos nuestros pensamientos y sentimientos! Supongamos especialmente que es un amigo o un maestro a quien amamos y reverenciamos mucho, ¡qué gran diferencia hace su presencia! Es solo por falta de la debida atención y consideración que no pensamos así en el Dios Todopoderoso en todo momento. Porque, como pregunta el salmista: "El que hizo el oído, ¿no oirá? El que hizo el ojo, ¿no verá?"

Nótese algunos puntos en los que una reflexión sobre la gran verdad contenida en estas palabras puede sernos útil.

I. En cuanto a las muchas confusiones que abundan en el mundo, los múltiples desórdenes de los tiempos, que afectan tan gravemente a la Iglesia y a la nación, y quizás a todos los círculos más cercanos de la vida en que cada uno de nosotros se encuentra. ¡Qué razón para una profunda quietud del alma, para una terrible quietud y atención atenta, es la conciencia de Aquel que está en medio de nosotros, aunque no lo veamos!

II. La terrible doctrina del omnipresente oído y ojo de Dios puede ayudarnos enormemente en la obra de la auto-enmienda. Es el pensamiento de esto lo que hace que los santos de Dios siempre se destaquen por su profunda humildad. Cualquier otra cosa que pueda haber en común en los hombres buenos, nunca hubo un hombre aceptado por Dios, pero esa aceptación fue proporcional a su humildad.

III. Así como nuestras ideas sobre el conocimiento y la vigilancia de Dios son tomadas de los ojos y oídos de los hombres, también podemos aplicar también a la misma materia los afectos humanos, que a menudo son representados por ellos. Por eso se dice que "los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones". ¿Qué hay en el mundo tan alentador, tan consolador, tan alentador, como el ojo y el oído de un amigo? Al considerar así a Dios como su Amigo seguro y presente, la fe de los patriarcas y de ese noble ejército de mártires, profetas y santos mencionados en el capítulo once de la Epístola a los Hebreos consistía en que, como es se dijo de Moisés que soportaron "como viendo al Invisible".

Sermones sencillos de los colaboradores de "Tracts for the Times" vol. ii., pág. 224.

Referencias: Salmo 94:9 . J. Culross, Contemporary Pulpit, vol. vii., pág. 330. Salmo 94:10 . SW Skeffington, Nuestros pecados o nuestro Salvador, pág . 183.

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