Salmo 91:13

La promesa definitiva, "Sobre el león y el dragón pisarás", era una referencia no sólo a los reptiles y las bestias salvajes del mal exterior, sino a los males en los que la mortandad del vicio se concentra en nuestros corazones individuales: pensamientos malvados y hechos y hábitos que asaltan y hieren el alma. La idoneidad de la metáfora se demuestra por el hecho de que la encontramos también en la mitología pagana. El tipo griego de libertador del mundo era el héroe Hércules.

Vieron, como vemos, que el que de hecho vencerá el mal en el mundo primero debe vencerlo en su propio corazón. La moraleja se transmite finamente en la leyenda de su conquista del león de Nemaean. El león de Nemea de cada hombre se encuentra en su camino en alguna parte. Todas las victorias futuras dependen de eso. Mátenlo, y durante el resto de sus vidas lo que alguna vez fue terrible se convertirá en su armadura; estás revestido de la virtud de esa conquista.

I. En primer lugar, este león debe ser combatido en la oscuridad y en la caverna, y sin armas terrenales. El león es ese pecado interior, ese impulso especial y la tentación al mal, que está más dirigido contra su corazón individual.

II. Observa la superioridad infinita que Cristo nos ha concedido en estos días. Los griegos tenían ideales nobles, pero su conducta estaba tan lejos de estos ideales como la nuestra. Pero a menudo estos ideales estaban gravemente corruptos. La fuerza y ​​el conocimiento humanos son, en el mejor de los casos, una debilidad perfecta. Pero es la misericordia de Dios que nos ha dado en la vida de nuestro Señor Jesucristo un ideal no humano, sino divino.

III. Tenga en cuenta que cuanto más temprano se emprenda esta batalla, más seguramente se ganará. El que estrangula serpientes en su juventud, mata monstruos en su virilidad. Aquel que ha tenido la fuerza para vencer las tentaciones temprano no será tan probable que más tarde pierda la reverencia y el dominio de sí mismo.

FW Farrar, Christian World Pulpit, vol. xxiii., pág. 33.

Referencias: Salmo 91:14 . A. Fletcher, Thursday Penny Pulpit, vol. xvi., pág. 233. Salmo 91 MG Pearse, Algunos aspectos de la vida bendecida, págs. 81, 114. Salmo 92:2 .

Spurgeon, Sermons, vol. xix., No. 1138. Salmo 92:4 . Ibíd., Morning by Morning, pág. 227. Salmo 92:5 ; Salmo 92:6 . F. Tholuck, Horas de devoción, pág.

99. Salmo 92:10 . Spurgeon, Sermons, vol. xix., núm. 1122 y vol. xxviii., No. 1649. Salmo 92:12 . Preacher's Monthly, vol. ii., pág. 188. Salmo 92:13 .

Spurgeon, Sermons, vol. xxiii., núm. 1365; Revista homilética, vol. xi., pág. 7. Salmo 93:2 . Spurgeon, Evening by Evening, pág. 325. Salmo 93:5 . GW McCree, Christian World Pulpit, vol. xxv., pág. 285; A. Watson, Sermones para domingos, festivales y ayunos, segunda serie, vol. iii., pág. 9.

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