Con el misericordioso te mostrarás misericordioso.

Dios no perdona al que no perdona

Dices que el desierto es un desierto, porque no llueve sobre él; pero esto es solo la mitad de la verdad. No cae lluvia sobre él porque es un desierto. El aire caliente que asciende desde su árida superficie dispersa los vapores que descenderían con la lluvia. Debe haber algo de humedad en la tierra, de lo contrario no puede haber lluvia del cielo. Así que en tu corazón debe estar esta disposición perdonadora, de lo contrario no podrás regocijarte en la plenitud de la gracia perdonadora de Dios. El perdón puede esperarte en el cielo, pero no puede descender hasta que no esté en ti ese espíritu que también estaba en Cristo Jesús.

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