Uno muere con toda su fuerza. .. Otro muere en la amargura de su alma.

Providencia reivindicada contra el observador superficial

Lo que más obstaculiza a los hombres para comprender la providencia es su tremenda extensión. Es como un gran poema, y ​​todo lo que una vida o un observador pueden leer son unas pocas palabras, o como mucho, unas pocas líneas. Dios no siempre muestra su mano. A veces lo hace, y cuando le conviene más, lo esconde. Es conveniente que algún misterio se cierne sobre las dispensaciones de esta vida. Lo que sea insatisfactorio, por lo tanto, en la actualidad sugiere claramente que el esquema aún no está terminado.

La naturaleza insatisfactoria del presente sugiere un futuro. La revelación interviene para decirnos que esta vida no es más que el vestíbulo de la existencia. Una o dos consideraciones modificarán nuestras apresuradas conclusiones con respecto a la verdadera suerte de quienes viven y mueren a nuestro alrededor, sean sus circunstancias aparentemente prósperas o deprimidas.

1. La felicidad y la miseria no siempre se corresponden con las apariencias. Dependen más del estado interno del alma que de su entorno externo y, por lo tanto, se ponen, hasta cierto punto, al alcance de todos.

2. Los hombres juzgan demasiado desde fuera. Es la mirada exterior de la providencia la que nos desconcierta y dificulta la comprensión.

Llegamos a las siguientes conclusiones:

1. Dios no es un espectador indiferente de las fortunas humanas, sino que las administra con un plan perfectamente recto.

2. El carácter engañoso de las apariencias hace necesario restar mucho a la aparente felicidad y miseria del mundo al comienzo de nuestras investigaciones.

3. Las desventajas físicas y la privación de los miembros y los sentidos pueden compensarse en el otro mundo.

4. La dificultad para comprender correctamente la providencia de Dios, surge de la naturaleza compleja de muchos de sus actos, que pueden tener distintas ramas o departamentos, como penal, disciplinario, misericordioso e incluso remunerativo, todo de un solo golpe.

5. Podemos comprender lo suficiente de los hechos Divinos como para permitirnos confiar por el resto.

6. La raíz de toda felicidad es la buena conciencia, y esta se pone al alcance de todos.

7. Una buena conciencia solo se puede tener y mantener buscando el reino de Dios y Su justicia con todos los medios a nuestro alcance.

8. Y para todos los propósitos de la piedad práctica, es más necesario que recordemos el brazo supervisor del gran Trabajador, que que entendamos lo que Él está haciendo. ( William Isaac Keay. )

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