El rico domina sobre el pobre, y el prestatario es siervo del prestamista.

El sirviente prestatario al prestamista

La mera circunstancia de ser rico otorga a un hombre superioridad sobre otro pobre. Aquel que se ve obligado a pedir prestado se sitúa por ese mismo motivo en una especie de relativa inferioridad con respecto a aquel cuya posición le permite prestar. Estas palabras pueden compararse con las atribuidas al Señor Jesús: "Más bienaventurado es dar que recibir".

I. El principio puede ser reconocido universalmente y aplicado. Aunque un hombre haya recibido mucho - un intelecto vigoroso, un juicio imponente, una imaginación rica - será miserable si no puede dar nada. Si a un hombre se le asegura que nunca se le permitirá contar lo que ha hecho o recitar lo que ha visto, pierde de inmediato el gran ímpetu que lo impulsa a hacer mucho o a ver mucho.

Un hombre no se contenta con ser rico, debe estar en circunstancias para dar; alguien debe ser un prestatario, mientras que él es un prestamista. Es el dar lo que hace que el recibir valga la pena. ¿Cuál es la razón de esta supuesta supremacía de dar sobre recibir?

1. El parecido que así se adquiere con nuestro Redentor y Creador. Si Dios es amor, no hay presunción en suponer que sin objetos sobre los cuales el amor pudiera expandirse, el Todopoderoso mismo habría quedado insatisfecho. Prestar, no pedir prestado, constituye la felicidad de Dios. Y hay más afinidad con Cristo en dar que en recibir.

2. El dador o prestamista tiene necesariamente una ventaja sobre el receptor o el prestatario, y esto explica cómo uno es servidor del otro. En todos los casos, dar parece implicar una superioridad relativa y recibir una inferioridad relativa.

3. Nótese el carácter reflejo de la benevolencia que hace que todo lo que se nos otorga se nos devuelva diez veces más.

II. Objeciones formuladas contra el enunciado del texto. Al dividir a la sociedad en prestamistas y prestatarios, excluiría a la gran mayoría de la humanidad de la posibilidad de ser caritativo. Pero ser caritativo no se limita a ninguna clase de sociedad. El pobre puede dar tanto como el rico. Dios no ha concedido a los ricos el monopolio de la benevolencia. ( H. Melvill, BD .)

Un sano horror de la deuda

El venerable Peter Cooper de Nueva York, cuyos esfuerzos filantrópicos para la elevación de las masas son bien conocidos en todo Estados Unidos, celebró su nonagésimo primer cumpleaños. En una conversación con un periodista que lo felicitó, Cooper se refirió a algunos de los principios rectores a los que atribuyó su éxito en la vida. Entre otras observaciones importantes, se encuentran las siguientes observaciones sobre la carga de la deuda que merecen la atención de todos, especialmente de los hombres jóvenes.

Cooper dijo: “Cuando tenía veintiún años, mi empleador se ofreció a construirme una tienda y ponerme en un negocio, pero como siempre tuve el horror de tener que cargar con deudas y no tener capital propio, Rechacé su amable oferta. Él mismo se declaró en quiebra. He establecido como regla pagar todo sobre la marcha. Si, en el curso de los negocios, le debo algo a alguien y no se solicita el dinero, el último sábado antes de Navidad tengo la obligación de llevarlo a su establecimiento comercial ".

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