El que muera de Jeroboam en la ciudad, lo comerán los perros; y el que muriere en el campo, lo comerán las aves del cielo, porque el SEÑOR lo ha dicho.

Ver. 11. ¿Comerán los perros? ] Un juicio terrible, como el que le sucedió al poeta Eurípides y al ateo Luciano, devorado vivo por los perros, según se cuenta.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad