Pero Ana no subió; porque dijo a su marido: [No subiré] hasta que el niño sea destetado, y [entonces] lo traeré para que aparezca delante del SEÑOR, y permanezca allí para siempre.

Ver. 22. No subiré hasta que el niño sea destetado. ] Sabía que no estaba obligada a subir, porque era mujer y su marido era levita. Ahora también era madre y tenía un hijo que amamantar. Los ruiseñores guardan silencio una vez que han incubado sus huevos, como si entonces todo su cuidado fuera por sus crías.

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