Y David dijo al sacerdote Abiatar, hijo de Ahimelec: Te ruego que me traigas el efod. Y Abiatar llevó allí el efod a David.

Ver. 7. Te ruego que me traigas el efod. ] Otras veces, cuando debía, no lo pedía; pero procedió sólo sobre su propia cabeza. Ahora, estando en esta gran angustia, aunque muy deseoso de perseguir a sus enemigos y recuperar a sus esposas, no se iría sin la aprobación y dirección de Dios. Por lo general, somos mejores cuando estamos en el peor de los casos.

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