Cuando uno me dijo, diciendo: He aquí, Saúl ha muerto, pensando que había traído buenas nuevas, lo agarré y lo maté en Siclag, quien [pensó] que le habría dado una recompensa por sus nuevas:

Ver. 10. Lo agarré y lo maté. ] Así sirvió César al que le trajo la cabeza de Pompeyo, buscando una gran recompensa. Y cuando Amén el falso judío, un médico, había envenenado a Bajazet el gran turco, y al llegar a Constantinopla, esperaba una gran recompensa por su repugnante traición, por mandato de Selymus, quien sucedió en el trono, le cortaron la cabeza, con esta exprobación de su traición, con esa oportunidad que le sirvió, no se limitaría a hacer lo mismo a cambio de una recompensa contra el propio Selymus. a

un turco. Hist., 496.

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