Y el que no se postra y adora, [para] ser echado en medio de un horno de fuego ardiendo.

Ver. 11. Y el que no se postra y adora, debe ser echado, etc. ] Esto con un hombre sin gracia es un argumento vacilante; preferirá girar que arder; como no vino al mundo para freír, como se decía en los días de la reina María, no puede ir a freír en él. Epicuro confesó de palabra un Dios, pero de hecho lo negó, porque Anaxágoras fue condenado a muerte por negar a Dios en Atenas, donde floreció Epicuro. a

a Agosto, De Civ. Dei, lib. xviii, cap. 41.

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