Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira contra ellos, y los consuma; y haré de ti una gran nación.

Ver. 10. Déjame solo. ] Dios está dispuesto a anunciar su propia libertad: como si la devoción de Moisés fuera más fuerte que la indignación de Dios. Grande es el poder de la oración; capaz, después de una especie, de transfundir una parálisis muerta en la mano de la Omnipotencia. Porque, déjame, el caldeo tiene, deja tu oración, pero Moisés no quiso. Si logra que su cabeza salga del agua, el Señor oirá de David. Sal 69: 1-3

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