Por tanto, ahora oye, oh mi señor el rey; te ruego que mi súplica sea aceptada delante de ti; para que no me hagas volver a la casa del escriba Jonatán, no sea que muera allí.

Ver. 20. Por tanto, te ruego que escuches ahora, oh mi señor el rey. ] Tan firme como era e imparcial en la entrega del mensaje de Dios, al suplicar por sí mismo es muy sumiso y humilde a su soberano, sin atreverse a "hablar mal de las dignidades", aunque injustamente había sufrido mucho por ellas.

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