Y que se apresuren y griten por nosotros, para que nuestros ojos se derramen en lágrimas, y nuestros párpados broten de agua.

Ver. 18. Y que se apresuren, y hagan llanto por nosotros. ] De esta vanidad o afectación Dios no aprueba, como tampoco lo hizo con los juegos olímpicos, con la usura, con esa costumbre en Corinto, 1 Corintios 15:29 de la que todavía se sirve.

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