Por la multitud de opresiones hacen llorar [a los oprimidos]: claman por el brazo de los poderosos.

Ver. 9. Por razón de la multitud (o magnitud) de las opresiones, etc.] O, de los oprimidos, a quienes (es decir, a quienes los opresores, no son dignos de ser nombrados, como tampoco lo es el rico glotón, Lucas 16:19 -31) haz llorar. Job había dicho, Job 24:12 , "Los hombres gimen fuera de la ciudad, y el alma de los heridos grita; pero Dios no les tiende locura.

"Él no castiga a los traficantes injustos según sus méritos, como Eliú interpreta a Job; y aquí lo refuta, como uno que acusó a Dios de injusticia, porque no escucha los gritos de los oprimidos. Pero esto es simplemente su culpa, dice Eliú. ; porque no claman a Dios con verdad y devoción. Piden y fallan, porque piden mal. Porque Dios nunca deja de estar con sus afligidos, Salmo 91:1,16 , para preservar a los sencillos, como David descubrió por experiencia, &C.

, Salmo 116:1,19 , para escuchar a los que lo invocan en verdad, Salmo 145:1,21 ; no les exige nada más que peticiones legítimas y corazones honestos, y entonces seguramente harán sus oraciones, ya sea en dinero o en valor monetario; o lo mismo que piden o mejor.

Gritan a causa del brazo del poderoso ] Magnatum. Como Pompeyo, de quien los romanos gritaron: Nostra miseria tu es Magnus, lamentamos tu grandeza y estamos arruinados. Cuanto más grande es un hombre, a menos que también sea amable, más piensa que puede oprimir a la clase más mala. Ellos "devoran a mi pueblo como comen pan", Salmo 14:4 , como tantos caníbales, y como los peces más grandes devoran a los menores; cargan sobre ellos sin piedad ni medida; los golpean con el brazo fuerte, y los hacen llorar, llenando el aire de sus quejas, como la naturaleza enseña a hacer incluso a las bestias brutas cuando están heridos: Videri possunt magnates non alio loco habere tenues quam minutos pisciculos, quos confertim et pleno ore pro deliciis esitent(Merl.). No fue la paciencia, sino la pertinacia, una obstinada rigidez mental, lo que hizo que algunos paganos, como Mitrídates, Mario, Epicuro, etc., se abstuvieran de llorar cuando estaban gravemente atormentados.

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