Por tanto, no refrenaré mi boca; Hablaré con la angustia de mi espíritu; Me quejaré con la amargura de mi alma.

Ver. 11. Por tanto, no refrenaré mi boca ] Heb. No prohibiré mi boca, sc. de hablar, no morderé más en mi dolor; pero puesto que la muerte, el final seguro de todos los problemas externos, no está lejos de mí; Con mis ulteriores quejas, presionaré al Señor para que lo apresure y no reprima mis dolores, sino que los desahogue.

Hablaré con la angustia de mi espíritu ] Heb. En la estrechez o angustia de mi espíritu, que casi se asfixia por el dolor.

Me quejaré en la amargura de mi alma ] Sus mayores angustias fueron en el interior; y si por el dolor piadoso por sus pecados había derramado su alma en una humilde confesión (como algunos lo entienden aquí), había tomado el camino correcto; pero así estallar ruidosamente en quejas saborea la enfermedad humana, y muestra quantae sint hominis vires sibi a Deo derelicti, en qué pobre criatura se vuelve el hombre cuando Dios lo deja solo y lo somete a sus juicios (Mercer).

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