Sin embargo, me hundirás en el hoyo, y mis propias ropas me aborrecerán.

Ver. 31. Me hundirás en la cuneta ] Me declararás no menos repugnante que el que, habiendo caído en un trago repugnante, o en un asco repugnante, se aborrece a sí mismo y a sus propias ropas, estando dispuesto a depositar su garganta en el verlos y olerlos. El vulgar lo tiene, Sordibus me ingiere, me mojarás en la tierra sobre la cabeza y las orejas, y me mancharás por todas partes, como hacen los tintoreros con la tela que tiñen.

Junto al foso, Beza y otros entienden la tumba; y con ropas, ropas de sepultura, qd mi misma sábana aborrecerá mi inmundicia. Tomemos al orgulloso fariseo, por ejemplo, y a los mercenarios papistas, a quienes el Señor aborrece.

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