Y tomó al ciego de la mano y lo sacó de la ciudad; y cuando hubo escupido en sus ojos y puesto las manos sobre él, le preguntó si veía algo.

Ver. 23. Tomó al ciego de la mano ] Podría haberlo entregado a sus amigos, para que lo guiaran; pero lo hizo él mismo, considerándolo un honor, un placer, hacer a los hombres en la miseria cualquier oficio de cortesía.

Y lo sacó de la ciudad ] O para que el milagro que obró fuera menos notado, o para que los habitantes no fueran dignos de contemplarlo. Todo Israel pudo ver a Moisés ir hacia la roca de Refidim; nadie, salvo los ancianos, podría verlo golpearlo. Su incredulidad los hizo indignos de este privilegio; así podría su ingratitud a los hombres de Betsaida. ¡Ay de ti, Betsaida! No es un pequeño favor de Dios hacernos testigos de sus grandes obras.

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