Llegué, pues, a Jerusalén y estuve allí tres días.

Ver. 11. Llegué, pues, a Jerusalén ] Allí lo trajo Dios, como en alas de águila, maugre la malicia de sus enemigos. Los judíos tenían grandes motivos para regocijarse y darle la bienvenida con gran solemnidad; que aún no hicieron, por algo que leemos; pero eso no lo toma por desánimo; su recompensa fue con Dios. Tenía un espíritu diferente al de sus compatriotas, que eran todos para sus propios fines e intereses, y poco se preocupaban por el público.

Y estuvo allí tres días ] Descansando su cuerpo, Quod caret alterna requie (Ovidio). Vea a Trapp en " Ezr 8:32 ", pero pensando en la mejor manera de hacer lo que vino a buscar y persuadir a otros para que se unan a él. Y ahora se dio cuenta de que había pasado de la corte a la carreta, de una vida placentera a una cuidadosa y engorrosa.

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