Llegué, pues, a Jerusalén y estuve allí tres días.

Días de tranquilidad

Algunos trabajadores de la actualidad habrían enviado al botones y convocado a los habitantes principales a una convención preliminar dentro de la media hora de su llegada; pero no hubo tal apuro incrédulo con Nehemías, y por lo tanto se permitió que transcurrieran tres días. Fue necesario recuperarse del cansancio del viaje. Él, que es el Dios de nuestros cuerpos y también de nuestras almas, conoce muy bien el límite de nuestros poderes y no quiere que ultrajemos las leyes físicas, ni siquiera al tratar de honrarlo.

Es posible que estos tres días también hayan sido necesarios para seguir orando y esperando en Dios. También puede haber sido que Dios no quisiera que él comenzara a trabajar bajo un mero impulso natural o excitación humana. De ahí la necesidad de tres días de tranquilidad. Los hombres excitados pueden hacer cosas maravillosas, ya sea al asaltar un reducto o al llevar a cabo lo que en los tiempos modernos se llama una "misión"; pero Dios no quiere que Su obra se haga bajo excitación. La calma y la tranquilidad del alma son más favorables a esa verdadera confianza en Él que le da toda la gloria y no busca nada para nosotros. ( WP Lockhart. )

La sabiduría de esperar

Sin duda, este intervalo lo ocuparía reflexionar sobre las dificultades de su empresa, para madurar su curso de procedimiento. Además, probablemente tenía dudas sobre cómo proceder, hasta que Dios le reveló Su voluntad; y para ello necesitaba hacerle conocer sus peticiones en oración. Ésta es siempre la disciplina de la vida religiosa. Un escritor piadoso comenta: "Necesito tanta paciencia para esperar como la lámpara necesita aceite, hasta que amanezca y las sombras huyan". ( W. Ritchie. )

Jubilación preparatoria

Los siervos de Dios se retiraban con frecuencia para deliberar antes de emprender tareas arduas. Moisés, Pablo, Cristo mismo. El retiro de Nehemías

I. Le di tiempo para mirar a su alrededor.

II. Le dio tiempo para mirar hacia adelante.

III. Le dio tiempo para mirar dentro.

IV. Le dio tiempo para mirar hacia arriba. ( Comentario homilético. )

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