Los incensarios de estos pecadores contra sus propias almas, hagan de ellos planchas para cubrir el altar; porque los ofrecieron delante del SEÑOR, por tanto son santificados; y serán por señal a los hijos de Israel.

Ver. 38. Estos pecadores contra sus propias almas. ] Así son todos los que pasan el lapso de esta vida transitoria, según los caminos de su propio corazón, y por eso perecen para siempre. El pecado es el veneno del alma; sin embargo, con qué entusiasmo se alimentan los hombres de él, como lo hacen los tártaros con los caballos muertos; como hizo la doncella de Plinio con las arañas; como hacen los galeotes turcos con el opio, ¡una onza de lo que comerán de una vez como si fuera pan!

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