El espíritu de un hombre sostendrá su enfermedad; pero un espíritu herido que puede soportar?

Ver. 14. El espíritu de un hombre sostendrá su enfermedad. ] Algún cambio lamentable que un hombre puede hacer para lidiar con él y para frotar otras dolencias y agravios, desastres o enfermedades, llagas o enfermedades del cuerpo, como la palabra aquí apropiadamente importa. Sea un hombre sano por dentro y, en buenos términos, en paz con su propia conciencia, y valientemente soportará presiones indecibles. 2 Corintios 1:9 ; 2Co 1:12 Pablo estaba feliz bajo su carga, porque su corazón estaba alegre en el Señor; como un viejo portero golpeado en la cruz, maluit tolerare quam deplorare, su "golpe fue más fuerte que su gemido", como Job.

Job 23: 2 Alejandro Aphrodiseus a da una razón por la cual los cargadores van cantando bajo sus cargas; porque la mente, encantada con la dulzura de la música, el cuerpo siente mucho menos el peso. Sus hombros, aunque sanos, llevarán un gran equipaje; pero que se rompa un hueso, o si la piel se frota y está en carne viva, la carga más ligera será dolorosa. Un poco de agua en una vasija de plomo es pesada; también lo es un pequeño problema en la mala conciencia.

¿Pero un espíritu herido que puede soportar? ] qd, Es una carga importable, capaz de acobardar el coraje y aplastar los hombros del más inmenso Hércules, del hombre más poderoso de la tierra; ¿quién puede soportarlo? El cuerpo no puede; mucho menos un cuerpo enfermo. Y si el alma está inquieta, el cuerpo no puede dejar de sufrir. Por eso Job prefirió, y Judas prefirió estrangular antes que él. Bilney y Bainham, después de haber abjurado, sintieron tal infierno en sus conciencias, hasta que profesaron abiertamente su dolor por ese pecado, ya que no volverían a sentir el bien del mundo.

b Daniel prefirió ser arrojado al foso de los leones, que llevar un león en su seno, una conciencia airada. Los cristianos primitivos también gritaron, Ad Leones potius quam ad Lenones adiaciamur. A los leones es más preferible que nos arrojen cerca de los leones. Qué terror para él fue nuestro Ricardo III, después del cruel asesinato de sus dos sobrinos inocentes; y Carlos IX de Francia, después de aquella sangrienta masacre? Nunca podría soportar que lo despertaran en la noche sin música, o algo como la diversión. ¡Pero Ay! si el alma misma está desafinada, estas cosas externas no hacen más bien que un zapato bonito a un pie gotoso, o una media de seda a una pierna rota.

un problema i. Entumecido. 78.

b Act. y Mon., fol. 938.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad