No destruyeron las naciones acerca de las cuales el SEÑOR les mandó:

Ver. 34. No destruyeron las naciones ] Por las cuales se alegaría el descuido de su piedad. Pero hay una misericordia cruel, dice uno; hay una piadosa crueldad, dice otro. Maldito el que hace la obra del Señor con engaño, y maldito el que refrena su espada de sangre cuando Dios le ordena que golpee. Saúl y Acab sintieron el efecto de esta maldición, y también estos israelitas, por perdonar a los cananeos, ya sea por pusilanimidad o por tonta piedad.

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