7-15 Si en todos nuestros sentidos, incluso cuando, como en este caso, no cabe duda de que son justos, reconocemos a Dios, podemos esperar que él dirija nuestros pasos, como lo hizo con los de David. David, con ternura hacia sus hombres, de ninguna manera los instaría más allá de su fuerza. El Hijo de David considera así los marcos de sus seguidores, que no son todos fuertes y vigorosos en sus búsquedas y conflictos espirituales; pero, donde somos débiles, allí es amable; más aún, allí él es fuerte, 2 Corintios 12:9; 2 Corintios 12:10. Un pobre muchacho egipcio, apenas vivo, se convierte en un medio de mucho bien para David. Justamente, la Providencia hizo de este pobre sirviente, que fue utilizado basicamente por su amo, un instrumento para la destrucción de los amalecitas; porque Dios escucha el clamor de los oprimidos. Esos son indignos del nombre de los verdaderos israelitas, que callaron su compasión de las personas en apuros. No debemos hacer daño ni negarle amabilidad a ningún hombre; en algún momento u otro puede estar en poder de los más bajos devolver una amabilidad o una lesión.

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