1-3 No parece que los hijos de Samuel fueran tan profanos y viciosos como los hijos de Elí, pero eran jueces corruptos y se dejaban llevar por la codicia. Samuel no aceptaba sobornos, pero sus hijos sí lo hacían, y luego pervirtieron la justicia. Lo que aumentó la aflicción del pueblo fue la amenaza de una invasión por parte de Nahas, rey de los amonitas.

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