1-13 En todos los peligros, públicos o personales, nuestro primer negocio debe ser buscar la ayuda de Dios. De ahí la ventaja de los días para el ayuno nacional y la oración. Desde el primero hasta el último de nuestra búsqueda del Señor, debemos acercarnos a él con humillación por nuestros pecados, confiando solo en su misericordia y poder. Josafat reconoce el dominio soberano de la Divina Providencia. Señor, ejerce en nuestro nombre. A quién debemos buscar, a quién debemos confiar para alivio, sino al Dios que hemos elegido y servido. Aquellos que usan lo que tienen para Dios, pueden esperar cómodamente que se los asegure. Todo verdadero creyente es un hijo de Abraham, un amigo de Dios; con tal se establece el pacto eterno, a tal promesa pertenece. Estamos seguros del amor de Dios, por su morada en la naturaleza humana en la persona del Salvador. Josafat menciona el templo como una muestra de la presencia favorable de Dios. Él aboga por la injusticia de sus enemigos. Bien podemos apelar a Dios contra aquellos que nos vuelven malos para siempre. Aunque tenía un gran ejército, dijo: No tenemos fuerzas sin ti; confiamos en ti.

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