15-27 Vea qué gran juicio sobre cualquier príncipe o pueblo, es la muerte de hombres piadosos, celosos y útiles. Vea cuán necesario es que actuemos en religión desde el principio interno. Entonces, la pérdida de un padre, un ministro o un amigo no perderá nuestra religión. A menudo, tanto los príncipes como las personas inferiores han sido halagados a su ruina. La verdadera gracia sola permitirá que un hombre produzca frutos hasta el final. Zacarías, el hijo de Joiada, lleno del Espíritu de profecía, se levantó y le contó al pueblo su pecado. Esta es la obra de los ministros, por la palabra de Dios, como una lámpara y una luz, para descubrir el pecado de los hombres y exponer las providencias de Dios. Apedrearon a Zacarías hasta la muerte en el patio de la casa del Señor. Observe las palabras del mártir moribundo: ¡El Señor lo mira y lo exige! Esto no vino de un espíritu de venganza, sino de un espíritu de profecía. Dios hirió a Joás con grandes enfermedades, de cuerpo o mente, o ambas, antes de que los sirios se apartaran de él. Si la venganza persigue a los hombres, el final de un problema será el comienzo de otro. Sus propios sirvientes lo mataron. Estos juicios se llaman las cargas que se le imponen, porque la ira de Dios es una carga pesada, demasiado pesada para que cualquier hombre pueda soportarla. Que Dios nos ayude a tomar advertencia, a ser honestos de corazón y a perseverar en sus caminos hasta el final.

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