24-33 Dios dejó a Ezequías para sí mismo, para que, por esta prueba y su debilidad en ella, se supiera lo que había en su corazón; que no era tan perfecto en gracia como pensaba que era. Es bueno que nos conozcamos a nosotros mismos, y nuestra propia debilidad y pecaminosidad, para que no seamos engreídos o seguros de sí mismos, sino que siempre vivamos en dependencia de la gracia Divina. No sabemos la corrupción de nuestros propios corazones, ni lo que haremos si Dios nos deja a nosotros mismos. Su pecado fue que su corazón fue elevado. Qué necesidad tienen los grandes hombres, y los hombres buenos, y los hombres útiles, para estudiar sus propias enfermedades y locuras, y sus obligaciones con la gracia libre, para que nunca piensen bien de sí mismos; ¡pero suplica sinceramente a Dios, que siempre los mantenga humildes! Ezequías hizo un mal retorno a Dios por sus favores, al hacer de esos favores la comida y el combustible de su orgullo. Evitemos las ocasiones de pecado: evitemos la compañía, las diversiones, los libros, sí, las mismas vistas que pueden administrar al pecado. Comprometámonos continuamente con el cuidado y la protección de Dios; y le suplico que nunca nos abandone ni nos abandone. Bendito sea Dios, la muerte pronto terminará el conflicto del creyente; entonces el orgullo y todo pecado serán abolidos. Ya no será tentado a retener la alabanza que pertenece al Dios de su salvación.

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