1-5 A todos sus preceptos, advertencias y profecías, Moisés añadió una solemne bendición. Comienza con una descripción de las gloriosas manifestaciones de Dios al dar la ley. Su ley funciona como fuego. Si se recibe, derrite, calienta, purifica y quema la escoria de la corrupción; si se rechaza, endurece, quema, duele y destruye. El Espíritu Santo descendió en lenguas repartidas como de fuego; porque también el evangelio es una ley ardiente. La ley de Dios escrita en el corazón es una prueba segura del amor de Dios derramado en él: debemos considerar su ley como uno de los dones de su gracia.

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