20,21 El aceite puro simbolizaba los dones y gracias del Espíritu, que todos los creyentes reciben de Cristo, el buen Olivo, y sin los cuales nuestra luz no puede brillar ante los hombres. Los sacerdotes debían encender las lámparas y cuidar de ellas. Es la labor de los ministros, mediante la predicación y la exposición de las Escrituras, que son como una lámpara, iluminar a la iglesia, el tabernáculo de Dios en la tierra. Bendito sea Dios, esta luz ya no está limitada al tabernáculo judío, sino que es una luz para iluminar a los gentiles y para la salvación hasta los confines de la tierra.

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