21-29 Nunca un hombre sabio hizo una excusa más frívola y absurda que la de Aarón. Nunca debemos ser llevados al pecado por lo que alguien pueda decir o hacer; porque los hombres pueden tentarnos al pecado, pero no pueden forzarnos. La llegada de Moisés convirtió el baile en temor. Estaban expuestos a la vergüenza por su pecado. La medida que tomó Moisés para quitar esta afrenta no consistió en ocultar el pecado o darle una falsa apariencia, sino en castigarlo. Los levitas debían matar a los cabecillas de esta maldad, pero solo fueron ejecutados aquellos que se manifestaron abiertamente. Aquellos que persisten en el pecado están marcados para la destrucción: aquellos que por la mañana estaban gritando y bailando, antes de la noche estaban muriendo. Los juicios del Señor a veces hacen cambios repentinos en los pecadores que están seguros y joviales en su pecado.

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