1-19 La profecía de la destrucción de Egipto es muy completa. Los que toman su suerte con los enemigos de Dios, estarán con ellos en castigo. El rey de Babilonia y su ejército serán instrumentos de esta destrucción. Dios a menudo hace que un hombre malvado sea un azote para otro. Ningún lugar en la tierra de Egipto escapará a la furia de los caldeos. El Señor es conocido por los juicios que ejecuta. Sin embargo, estos son solo efectos presentes del disgusto divino, no dignos de nuestro miedo, en comparación con la ira venidera, de la cual Jesús libera a su pueblo.

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