1-3 Sarai, que ya no esperaba tener hijos ella misma, le propuso a Abram que tomara otra esposa, cuyos hijos podría tener; su esclava, cuyos hijos serían de su propiedad. Esto se hizo sin pedir consejo al Señor. La incredulidad funcionó, el poder todopoderoso de Dios fue olvidado. Fue un mal ejemplo y una fuente de inquietud múltiple. En cada relación y situación en la vida hay una cruz que debemos llevar: gran parte del ejercicio de la fe consiste en someternos pacientemente, esperar el tiempo del Señor y usar solo los medios que él designa para quitar la cruz. Las tentaciones desagradables pueden tener pretensiones muy justas y ser coloreadas con lo que es muy plausible. La sabiduría carnal nos saca del camino de Dios. Este no sería el caso, si le pidiéramos consejo a Dios por su palabra y por oración, antes de intentar lo que es dudoso.

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