22-35 Dios puede poner una brida en la boca de los hombres malvados, para contener su malicia, aunque no cambie sus corazones. Aunque no aman al pueblo de Dios, lo pretenderán y tratarán de hacer un mérito por necesidad. ¡Laban tonto! ¡llamar a esas cosas sus dioses que podrían ser robados! Los enemigos pueden robar nuestros bienes, pero no nuestro Dios. Aquí Labán pone a cargo de Jacob cosas que él no sabía. Aquellos que comprometen su causa a Dios, no tienen prohibido defenderla ellos mismos con mansedumbre y miedo. Cuando leemos que Rachel está robando las imágenes de su padre, ¡qué escena de iniquidad se abre! La familia de Nacor, que dejó a los caldeos idólatras; ¿Esta familia misma se ha vuelto idólatra? Es aun así. La verdad parece ser que fueron como algunos en tiempos posteriores, que se juramentaron por el Señor y por Malcham, Sofonías 1:5; y como otros en nuestros tiempos, que desean servir a Dios y a Mammon. Grandes números reconocerán al verdadero Dios en palabras, pero sus corazones y casas son las moradas de la idolatría espiritual. Cuando un hombre se entrega a la codicia, como Labán, el mundo es su dios; y solo tiene que residir entre grandes idólatras para convertirse en uno, o al menos en un favorito de sus abominaciones.

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