24-30 No espere que vivan fácilmente los que viven malvadamente. El pecado debilita la fuerza, la raíz de un pueblo; desfigura la belleza, las flores de un pueblo. Cuando la palabra de Dios es despreciada y su ley desechada, ¿qué pueden esperar los hombres sino que Dios los abandone por completo? Cuando Dios sale con ira, las colinas tiemblan, el miedo se apodera incluso de los grandes hombres. Cuando Dios diseña la ruina de un pueblo provocador, puede encontrar instrumentos para emplear en él, ya que envió a los caldeos y luego a los romanos a destruir a los judíos. Aquellos que no escucharían la voz de Dios hablando por sus profetas, oirán la voz de sus enemigos rugiendo contra ellos. Deje que el angustiado mire de qué manera lo hará, todo parece triste. Si Dios nos frunce el ceño, ¿cómo puede sonreír alguna criatura? Busquemos diligentemente la seguridad fundamentada, de que cuando todas las ayudas y comodidades terrenales fracasen, Dios mismo será la fortaleza de nuestros corazones y nuestra porción para siempre.

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