1,2 Cuando hayamos desechado fielmente el pecado, esa cosa maldita que separa entre nosotros y Dios, entonces, y no hasta entonces, podremos esperar oír de Dios para nuestro consuelo; y el hecho de que Dios nos indique cómo proseguir en nuestra obra y guerra cristianas, es una buena prueba de que está reconciliado con nosotros. Dios animó a Josué a proseguir. En Hai el botín no debía ser destruido como en Jericó, por lo tanto no había peligro de que el pueblo cometiera semejante transgresión. Acán, que atrapó el botín prohibido, lo perdió, y la vida, y todo; pero el resto del pueblo, que se guardó de la cosa maldita, fue recompensado rápidamente por su obediencia. La manera de tener el consuelo de lo que Dios nos permite, es guardarnos de lo que nos prohíbe. Nadie perderá por negarse a sí mismo.

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