27-35 Aquí está la ley de la ofrenda por el pecado para una persona común. Ser capaces de alegar, cuando se nos acusó de pecado, que lo hicimos ignorantemente y, por sorpresa de la tentación, no nos alejará, si no tenemos interés en esa gran súplica, Cristo ha muerto. Los pecados de ignorancia cometidos por una persona común, necesitaban un sacrificio; los más grandes no están arriba, los más malos no están debajo de la justicia divina. Ninguno, si los delincuentes, fueron pasados ​​por alto. Aquí ricos y pobres se encuentran; son pecadores y bienvenidos a Cristo. De todas estas leyes concernientes a las ofrendas por el pecado, podemos aprender a odiar el pecado y a vigilarlo; y para valorar a Cristo, la gran y verdadera ofrenda por el pecado, cuya sangre limpia de todo pecado, que no era posible que la sangre de los toros y las cabras se llevara. Errar, con la Biblia en nuestras manos, es el efecto del orgullo, la pereza y el descuido. Necesitamos usar un autoexamen frecuente, con un estudio serio de las Escrituras y una oración sincera por las influencias convincentes de Dios el Espíritu Santo; para que podamos detectar nuestros pecados de ignorancia, arrepentirnos y obtener perdón a través de la sangre de Cristo.

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