4-21 En la parábola del sembrador y en su aplicación hay muchas reglas y precauciones muy necesarias y excelentes para escuchar la palabra. Dichosos nosotros, y siempre en deuda con la libre gracia, si lo mismo que es una parábola para otros, con la que sólo se divierten, es una verdad clara para nosotros, por la que somos enseñados y gobernados. Debemos prestar atención a las cosas que impiden que nos beneficiemos de la palabra que oímos; prestar atención para que no oigamos descuidada y ligeramente, para que no abriguemos prejuicios contra la palabra que oímos; y prestar atención a nuestros espíritus después de haber oído la palabra, para que no perdamos lo que hemos ganado. Los dones que tenemos, nos serán continuados o no, según los usemos para la gloria de Dios, y el bien de nuestros hermanos. Tampoco basta con no sostener la verdad en la injusticia; debemos desear sostener la palabra de vida, y brillar, dando luz a todos los que nos rodean. Se da un gran estímulo a los que demuestran ser oidores fieles de la palabra, siendo hacedores de la obra. Cristo los considera sus parientes.

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